sábado, 9 de marzo de 2024

A la abuela Pilar

He estado recordando los momentos que tú me diste y por qué ahora estoy aquí, pensando que te quise tanto y que siempre será así.

Estás presente en mi historia desde que tengo uso de razón. Los años que hemos compartido me han permitido ver las dos caras de la moneda. Me has cuidado y acompañado de la mano durante toda mi infancia, apretando fuerte mi mano siempre que tropezaba para evitar que me hiciera daño. De más mayor, empecé a mirar la vida a través de los mismos cristales con los que tú la veías, a veces un poco borrosa, porque no siempre es fácil. 

Seguí creciendo. Te confieso que puse en cuarentena algunos consejos, como hacemos todos los jóvenes, porque simplemente así tiene que ser. Siempre he ido a verte con ganas, porque me gustaba estar contigo. Ir a merendar "sapitos", a enseñarte la ropa nueva o a escuchar tus historias. A veces me atormentaba saber que estabas sola, aunque fueran unas horas. Siempre te vi como una persona muy fuerte, pero supongo que, de alguna manera un poco egoísta, pensaba que eso es lo que nos espera y me inundaba la pena. Suerte que siempre estuviste bien rodeada.

Pero el tiempo siguió pasando. Cada año, durante muchos, ibas bajando escalón a escalón y necesitabas cada vez más ayuda. Ya no estarías sola nunca más y, sin embargo, no podías apreciarlo. Seguías siendo tú, pero a veces no te reconocía y tú a mi tampoco. Se había activado el contador. Te disfrutamos, seguimos riendo contigo, aprovechando tus momentos de lucidez, cada vez más efímeros. Los últimos años, he sido muy consciente de que estabas ahí pero ya no eras tú, ni siquiera a tiempo parcial. Yo ya no era "tu Anita" y sin embargo, tú seguías siendo mi abuela. Sólo podía esperar que, de los muchos viajes que has hecho en tu sillón, alguno te llevara a un lugar en el que fuiste feliz. 

Me gusta pensar que las personas interaccionamos con el mundo, que influimos en él y él en nosotros. Que toda acción, por pequeña que sea, tiene un impacto directo e indirecto en alguna parte. Siento que la huella que tu existencia deja en nuestro mundo es gigantesca, que caminamos sobre ella sin apenas ser conscientes de que todo lo que vemos es tan solo el suelo hundido por tus zapatos al pisar la tierra, porque tus valores ahora son los nuestros y no podemos desprendernos de ellos. Vivirás en cada uno de nosotros, en nuestros recuerdos, en nuestra forma de hablar y de vivir. 

Entre otras muchas cosas, de ti aprendí que siempre hay razones para seguir adelante. Que no hace falta el dinero para ser feliz. Que siempre hay hueco para un invitado más a la mesa. Que los problemas hay que hablarlos, porque todo se puede decir con educación. Que nadie es más que nadie y tampoco menos. Que la dignidad no se mantiene sola. Que hay más días que longaniza. Que el que come, resiste. Que lo que hace el vino, no lo hacen las castañas. Que no hay nada mejor que una familia que se quiere y se cuida. 

Intento extraer conclusiones y no puedo ver otra cosa que no sea amor y cariño, todo el que puede caber en el corazón de una abuela que primero fue madre sin dejar de ser hija. Tu vitalidad, tu sencillez, tu sentido del humor. Tu genio y tu carácter, pero siempre al servicio de los demás. Luchadora, valiente, generosa y ocurrente. A veces controvertida. También cabezota. Era más fácil doblar una viga de hierro que quitarte la razón. Siempre tuviste la última palabra y respuestas para todo. Tus consejos y refranes son sólo el primer capítulo del gran legado que nos dejas. Eras mucho más que el punto de encuentro de la familia. Ese lugar seguro al que volver, donde los problemas y la rutina se difuminaban para dejar paso a la tranquilidad de una sobremesa con un buen café de puchero.

Las palabras que nos dedicabas a tus nietos en Navidad, los vídeos con gafas, gorros y filtros varios, tus canciones inventadas a última hora... Cuántas veces te he mirado en silencio pensando si tal vez esa sería la última vez. Nunca imaginé que tendría la oportunidad de despedirte despacio.

Al final de tu camino, te hemos acompañado y sostenido de la mano, como tú has hecho con nosotros siempre. Reconozco que no ha sido nada fácil verte así. Me consuela pensar que has podido sentirte acompañada y querida, aunque no pudieras decirlo. Quiero pensar que has hecho tu voluntad hasta el final, eligiendo el momento exacto para despedirte, porque sabías que ese último apretón de manos nos daría la fuerza para afrontarlo con la certeza de que te has ido en paz y sabiendo que todos te vamos a echar mucho de menos.

Supongo que esta es sólo una historia más de despedida entre los millones de historias que ocurren a diario, pero es la nuestra. Tus noventa y seis años en la Tierra han dado para mucho. Ojalá todo el mundo tuviera la suerte de disfrutar a sus abuelos tantos años como nosotros. Ojalá todo el mundo tuviera una abuela como tú. 

Hasta siempre, viejita. Te hemos querido desde que nacimos y para siempre, sin ringondangos

viernes, 15 de diciembre de 2023

La mejor compañía

Todo lo que tenga que venir será acompañado de vosotras. No lo concibo de otra manera.

Nunca he renegado de ellas. Aunque estén mal vistas. Aunque estén en decadencia. A pesar de haber hecho las típicas bromas al respecto. 

Me han arreglado muchas veces tras romperme.

Me han ayudado a ponerme en orden.

Me han regalado demasiados buenos momentos.

No voy a renunciar a mi naturaleza, me siento cómoda entre letras. Aunque cada vez haya menos imaginación, aunque cada vez pase más tiempo entre encuentros. Merece la pena ese momento, reconocerme y sonreírme después de mucho.

Me reconforta pensar en las infinitas combinaciones de palabras que existen y el poder que pueden llegar a tener, tan potente como el fin de una masacre, tan insignificante como una declaración de intenciones en el Congreso. 

Gracias por acompañarme todos estos años, sé que nunca me vais a fallar.


martes, 10 de enero de 2023

Strong enough to let it go

Hoy hace un año desde que recibí una de las peores noticias de mi vida. Tres palabras que dieron la vuelta a mi pequeño mundo. 

Arion ha muerto.

Soy incapaz de recordar los segundos que tardé en procesar aquellas palabras. Podrían haber sido tres, cinco, diez. El miedo de que algo malo le pudiera pasar algún día se había materializado y él ya no estaría más con nosotros. Recuerdo sentir una presión muy fuerte en el pecho y llorar desconsoladamente, de una forma racional, porque entendía que no había ninguna solución. Perder a un ser querido no es un proceso que se pueda revertir. Mi mente luchaba para entender y adaptarse a la nueva situación, pero el vacío que sostenía la idea de no volver a verle nunca era mucho más grande. La pena, la tristeza, el dolor. Todo se tiñó de negro durante semanas, no fui capaz de recomponerme y seguir con mi vida normal. 

Para colmo, tuve que aguantar comentarios tipo:

-¿Estás así por tu perro? Vamos, anímate. Era un perro, al menos no le ha pasado a nadie de tu familia.

Pero la realidad es que sí, le ha ocurrido a alguien de mi familia. Y me molesta esa apreciación, porque si no eres capaz de amar a tu perro, que puede darte el amor más puro y sincero que puedas sentir jamás, entonces, seguro que no podrás amar a nadie más. Porque nadie te querrá por encima de todas las cosas, sin judgarte, sin rencor, sin egoismo, sin miedo. Nadie más que un animal puede enseñarte que la vida está hecha para disfrutarla. Que los besos son importantes. Que si necesitas algo, pídelo. Que a veces es necesario enseñar los dientes. Y que en algunos momentos, es necesario escapar, liberarse, echar a correr sin mirar atrás, aunque tenga consecuencias.

Porque de eso va la vida. Respirar, comer, dormir, amar, correr, escuchar, sentir... 

Y yo trataré se seguir haciéndolo por ti. La vida tendría mucho más sentido si supiera que algún día nos vamos a encontrar, en la manera que sea. Y no sólo por tí. Te quiero muchísimo, pero presiento que no eres el único ser querido que voy a perder. No tiene sentido sentir todo ese dolor y ya. No puede ser el final. No me conformo con recordar, con seguir viviendo durante toda la vida con trozos arrancados, con llegar a la vejez con más recuerdos que compañía, perdiendo la cabeza para volver a mi juventud, donde fui feliz de algún modo sin saberlo, donde no existe la soledad ni las sillas vacías.

Del dolor también se aprende. Vaya que sí. Ahora sé que estoy viva de momento. La mala noticia es que el tiempo vuela. La buena noticia es que tú eres el piloto. 


viernes, 15 de abril de 2022

En la rueda

Viernes Santo. El día más despejado que he visto en muchos meses, posiblemente el más caluroso de todo lo que va de año. Son las siete de la tarde y he venido a verte, te debía este momento. Si no lo había hecho antes era por miedo a no saber gestionar lo que iba a sentir,  no sabía qué decirte después de todo. Pero estando aquí descubro que es más fácil de lo que pensaba, te siento cerca y por un instante no necesito nada más. De este encuentro esperaba obtener un poco de paz, sentir que mi voz atraviesa menos barreras, que te llega directa, en una frecuencia que has sintonizado especialmente para la ocasión.

La vida es injusta en muchas ocasiones, permite que nos hagamos un montón de preguntas absurdas que nos dejan en el mismo sitio. Sólo el sonido del silencio, de los pájaros, de la primavera, pueden ofrecer una respuesta a la altura de las preguntas que estoy lanzando al aire. Se qué en algún lugar remoto alguien podría contestarme, pero asumo que no tenemos todavía el aparato que nos permite establecer la comunicación con ese tipo de inteligencia, y me resigno a seguir viviendo con todas esas casillas en blanco.

... Y pienso que tal vez algún día yo seré parte de toda esa maquinaria bien engranada; las flores, la tierra, el sol y la lluvia. Y estaré aquí mismo, donde hoy me siento en esta forma, donde hoy me pregunto cosas que no se pueden responder. Y entonces tendré las respuestas, y miraré a otra persona sentarse y llorar y hacerse las mismas preguntas, pero tendré que guardar el secreto del Universo. Juro que haré lo posible por enviar alguna señal. 

Citando a un conocido muy sabio, la vida es una puta mierda salpicada de momentos inolvidables. Ahora sólo busco tener la calma y el valor para poder disfrutar de esos efímeros instantes que formarán parte de "Mis mejores momentos" cuando acabe esta película. Una tragicomedia dirigida y protagonizada por mi subconsciente, un tío bohemio pero muy exigente. 

Hoy admiro con dolor y admiración el misterio de la vida, y presumo que la clave está en todas las preguntas que no alcanzo ni a plantear. Es placentero sentir que lo entiendo a mi manera, aunque falten piezas y las que están nunca vayan a encajar. Hoy me siento infinitamente pequeña, pero agradecida por existir, aunque no pueda entender para qué o por qué, aunque me duela no tenerte más en esta simulación de la vida. Agradecida por haber compartido tantos buenos momentos contigo, y, aunque ahora me cueste, también por todos los que sé que están por venir. 

Seguimos en la rueda! 

lunes, 17 de enero de 2022

Arion

La verdad es que nunca sería un buen momento para despedirnos. Había imaginado otros finales y sabía que algún día tendría que llegar, pero no estaba preparada para decirte adios. Todavía me cuesta, no es fácil aceptarlo. Yo quería verte envejecer y cuidarte hasta el final. Ojalá nos hubieras acompañado mil años más. El único consuelo es pensar que fuiste el perro más mimado del mundo, que nos has hecho felices y tú lo has sido con nosotros. 

Desde que llegaste a casa por casualidad, pequeño y llorón, te he cuidado (sobreprotegido) lo mejor que he sabido, con todos los fallos de quien todavía está aprendiendo a cuidarse a sí mismo.  Es complicado explicarlo con palabras, pero hay cosas que simplemente no podemos controlar y tenemos que aceptar para poder seguir avanzando.

¿Cómo puede un ser tan pequeño dejar un vacío tan grande? 

El amor y la compañía que nos dabas se han ido y la familia está rota, te llevas una parte de lo que éramos. Noko ha perdido a su compañero de aventuras, a su hermano pequeño. Sólo nos queda tu recuerdo y todo el tiempo que hemos disfrutado contigo. Ahora tengo que aprender a vivir con la tristeza de llegar a casa y ver que no estás, que ya no me recibes con mil vueltas a la mesa, ya no me acompañas en mis tardes de trabajo, ya no me empujas con tu nariz para que te haga caso... 

Echaré de menos buscarte y ver que estás tumbado debajo de la mesa, sin más, con tu respiración tranquila y sin esperar que pase gran cosa. Echaré de menos los paseos en los que volvías marrón, disfrutar contigo del campo, y ese trotecillo cochinero cuando seguías un rastro hasta el infinito. Echaré de menos tu cabeza apoyada en mi pierna, jugar contigo y revolcarme por el suelo, esconderte almendras por toda la cocina y tu alegría al encontrarlas. Hacerte aullar, engañarte para ducharte y cortarte el pelo, ese flequillo de señora de peluquería. Escuchar tus pasitos alegres a lo lejos y saber que vienes de liarla en algún sitio. Levantarme cien veces a abrirte la puerta del patio, asomarme por la ventana para observarte, dormir la siesta a tu lado y hasta quitar los pelos del jersey. Aplastar tu naricilla de trufa y tus patitas, molestarte y que me tires el bocao'. Los días en los que nada pasa y no pasa nada.

Mi podenco independiente. Pasota, cotilla, caprichoso y un poco jeta, siempre luchando por el mejor sitio, pero cerca de nosotros. Tus andares de podencuti rechulón, tu lengua desproporcionada, tu manera de bajar las escaleras a tres patas, de correr en diagonal, de abrir puertas con el hocico, tus caras de gremlin dormido... 

Echo la vista atrás y pienso en todos los momentos, son tantos que no puedo ni acordarme. Me parte el corazón pensar que ha llegado hasta aquí. Juntos hemos aprobado exámenes, superado momentos difíciles, conocido nuevos miembros de la familia y despedido a otros. Has estado los últimos 7 años y medio, dándome más de lo que podría esperar. Las últimas navidades que hemos pasado contigo, te hemos querido como siempre, has sido feliz y disfrutón y así queremos recordarte. 

Te vamos a echar mucho de menos. 

Buen viaje Arion, Rolito, Pelusa, Luisito, algún día volveremos a jugar juntos. Hasta entonces, yo no te voy a olvidar.


viernes, 18 de septiembre de 2020

Cajones

No puedes desprenderte de tu parte más espiritual. Es como ese objeto que mueves de un lado a otro en el cajón para encontrar lo que estás buscando, lo desplazas a tu antojo para abrirte camino hasta el fondo y cuando tienes lo que necesitabas, lo alborotas todo con la mano para volver a dejarlo alineado y conseguir cerrarlo. Da igual las veces que ordenes ese cajón, siempre hay objetos que llevas años sin usar y sabes que no vas a tirar. Muy posiblemente la próxima vez que lo abras se quedará atascado y tendrás que dedicar treinta segundos para intentar abrirlo. -¿Por qué no tiras todo lo que hay aquí? Te grita tu voz interior más aventurera, la que siempre te empuja a empezar nuevos proyectos. La que se aburre de la rutina y te bombardea con ideas y sueños cada noche antes de dormir. La que tiene las de perder. 

-No puedo desprenderme de todos esos objetos. Son mis recuerdos. Los que evocan otros tiempos donde era otra persona, la misma pero diferente. ¿Cuántas horas de nuestra vida le debemos a esos objetos? Te recuerdo que hubo una época donde aprendíamos sin pantallas, imaginando como sería todo aquello que nadie nos había contado, siendo grandes y pequeños a la vez. 

No hay más cajón que el del desastre. El que nunca está ordenado. El que nos oculta lo que estamos buscando. Un remix de vanguardia y coleccionista que un día pone delante de nuestros ojos el más tonto de los recuerdos y hace saltar por los aires la concepción de nosotros mismos. Y entonces te paras a pensar en todo lo que ha cambiado desde entonces y respiras, porque sientes que así son las cosas, eres el mismo de entonces pero diferente. La historia del tiempo que pasa entre nuestros recuerdos. El relato de cómo hemos cambiado. La ilusión de lo que está por venir.


miércoles, 4 de diciembre de 2019

Remixes y bonuses

No vayas a creer lo que te cuentan del mundo, porque el mundo es incontable. Que el mundo y yo te queremos de veras, pero yo siempre un poquito más.Y sólo necesito tiempo. Ahora hay menos tiempo que lugar, pero hay lugares que duran un minuto y para cierto tiempo no ha lugar. Aunque tú siempre existes dondequiera, pero existes mejor donde te quiero, y si tu me odias, yo me amo en defensa propia, porque no puedo permitirme el remoto riesgo de necesitarte. Porque yo cuido los segundos, que las horas ya cuidarán de si mismas. ¿No te has fijado, que de un tiempo a esta parte, el infinito se ha encogido peligrosamente? Los tequiero corren ladera abajo. Pasará distraída la noticia de nosotros. Porque ese mismo tiempo, es la distancia más larga entre dos lugares, uno tú y otro yo. Pero tranquilo, porque fuera del Universo no hay lugar, ni vacío, ni tiempo. ¿Y si soy yo quien está fuera de lugar? Hay algún lugar al que pertenezco, todavía estoy a tiempo de encontrarlo.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Dualismo cartesiano

Te estoy mirando fijamente, sé que es una imagen bastante fidedigna, pero no es más que un conjunto de haces de luz que se reflejan proyectando una copia en una superficie de metal. Nunca podré mirarte a los ojos directamente, ¿entiendes lo que eso significa? No puedo terminar de conocerte si no puedo ver tus ojos, hay matices que se escapan de toda luz. A veces tengo la sensación de que me acerco peligrosamente a ti, cuando descansas tumbado sobre tu cama y reflexionas sobre el origen del tiempo, cuando eres consciente de lo infinitesimalmente pequeño que eres en comparación con tu planeta, cuando te dejas flotar... casi puedo tocarte. Pero te alejas, vuelves a ser sólo un reflejo en el espejo. Y me pregunto si alguna vez podríamos ser lo mismo, existir en otro lugar, en otro concepto de existencia... 

martes, 30 de abril de 2019

AP

Intento traerte de vuelta a la realidad, esa que ya sólo respiras a veces, como una puerta que se abre y se cierra. Cuando te miro en silencio puedo ver a través de ti la fragilidad del mundo, lo que el tiempo hace con nosotros y la ineludible forma con la que esperamos ese momento, como un fuego que se apaga lentamente.
Tu mirada translúcida y perdida, colándose entre los rincones del salón, tratando de hallarse en algún lugar reconocible, pero tus recuerdos no son más que un montón de sueños lejanos que se mezclan entre sí. Yo quisiera desenredar toda esa madeja para ti, hacer de tu viaje un recorrido más calmado, acompañarte hasta el último escalón de tu cordura y morir de risa contigo. Pero a veces te marchas antes de irte, te vas y vuelves, tan cerca y tan lejos a la vez, te haces tan pequeña siendo tan mayor... En la frontera que divide los mundos, sé que tendré que despedirme y me aferro a la idea de que se retrase todo lo posible. ¿Cómo se puede seguir viviendo sin un trozo de corazón?

jueves, 22 de noviembre de 2018

You'll be the moon, I'll be the earth

El semestre pasado encontré un calendario casero muy chulo en Pinterest y decidí imprimirlo. No sé, me transmitió buen rollo. Cada mes era un motivo con su dibujillo correspondiente. Al principio me recordaban un poco a esos dibujos abstractos que les enseñan los psiquiatras a los pacientes para ver si están perturbados, pero después de mirarlos un rato se establecieron en mi cabeza algunas asociaciones y pensé que era fácil ponerse en la piel de quien lo diseñó. Por ejemplo, agosto era una especie de payaso en una fiesta y septiembre era una cara con un ojo abierto y otro cerrado. Parece muy coherente, ¿no? El caso es que me gustaba levantarme y verlo colgado en la pared, haciéndome compañía. Después llegó octubre, y tuve que cambiar el gesto de desgana por un montón de hojas secas que me cabrearon un montón. Era demasiado evidente, hojas secas y otoño. Así sin más, no había ni un pequeño margen para interpretaciones locas y tendría que enfrentarme a esas hojas secas todos los días durante un mes. No podría divagar ni un poquitín con esa representación tan insustancial y simplista del concepto del mes de octubre. A veces necesitamos que las cosas no parezcan lo que son, como en esas películas en las que el final está sujeto a libres interpretaciones y entonces todos debaten sobre la teoría más probable, sin pararse a pensar que el autor simplemente buscaba la ambigüedad y no hay ninguna respuesta correcta. No es jugar al despiste ni aparentar lo contrario, simplemente a veces resulta gratificante cuando encuentras disonancia entre lo que se aparenta y lo que se es, abriendo una puerta hacia lo no preestablecido. Como cuando un plátano está muy feo por fuera pero está dulce y perfecto por dentro. Como cuando hablas con alguien por primera vez y descubres que es mucho mejor de como te lo imaginabas en tu cabeza. O lo mejor de todo, cuando te descubres a ti mismo haciendo cosas que nunca antes habías hecho porque "no eran de tu estilo", y sientes por un momento que no perteneces a ninguna parte, que solo eres un humano más existiendo y sumando experiencias, y tu sombra se proyecta como una forma poco nítida que desprende cierto halo de misterio incluso para ti mismo. Y por eso quería un calendario como aquel.